domingo, 2 de septiembre de 2007

Te eximo


Hoy después de un tiempo estamos sólo el departamento y yo; la razón: Por algunas semanas tuve que compartirlo con el Chinito(Ustedes saben, ahorro), personaje peculiar que entre sus principales virtudes no destacan ni el silencio ni la meditación, él como buen hijo de la “Ricky Vicky” eleva el volumen de la radio por las mañanas, baila al ritmo de Gilberto Santa Rosa y es hincha de Alianza. Ya pe causa… tssss, ¿Me entiendes no? Pariente de la quimba e hijo predilecto de algunos salsódromos de Lima decidió vivir, como muchos, en esta ciudad. La verdad que no pensé, a pesar de nuestra amistad, que compartiríamos un depa alguna vez, pero a pesar de todo, creo que extrañare el conversar gritando de cuarto a cuarto.

Y es que vivir en el Cusco debe ser lo más cercano a vivir en el extranjero, muchos llegan como yo, una mano adelante y una atrás, con la idea de un cambio de aire y millones de historias alentadoras, la gran mayoría de un final feliz al lado de una gringa o dueño de un negocio en la ciudad. El gran problema es que nadie te cuenta el camino intermedio. Ese que empieza cuando las luces de las noches cusqueñas se encienden o las tardes del valle se acaban, ese llegar a casa y no encontrar al viejo o al hermano que conoce hasta el ruido que realiza tus zapatos al caminar, te puede llegar a matar.

Y bueno quizás por ello, ojo no soy el dueño de la verdad, muchos busquemos no estar tan solos. La primera vez que tuve que compartir jato, no tuve mucha elección, digamos que fui el intruso recién llegado y arruinaba el “entorno familiar”; así que luego de una de una Navidad atípica, me arrancaba con Jechu a un duplex bastante humildón, donde el agua caliente provenía de un hervidor eléctrico y nuestra cocina nos permitía elaborar exquisitos tallarines gourmets, por suerte no duramos mucho en ese lugar; luego de una exhaustiva selección y motivados por el propietario de la casa, nos mudamos con la Gorda (La ex de Master, el del primer relato). ¿Evolucionamos? por supuesto teniamos una tele vieja a color que te permitía cambiar de canal, subir y bajar el volumen con un palito. Nuestra cocina al menos tenía alacena, claro que el único problema que había que pasar por el cuarto de la Gordita todas la mañanas y nuestra sala contaba con un mueble que bien podría servir para un comercial Pro donación de damnificados.

Nuestra convivencia fue algo particular, Jechu enamorado del amor, la Gordix de la comida y yo de la noche. Al cabo de unos meses, nuestra morada tenía un nuevo integrante: El PP y casi al mismo tiempo Chato Carsa empezó a utilizar nuestra casa como refugio, imaginen a todos en nuestra equipada y espaciosa sala, alrededor de la mentada tele. Como comprenderán alguien tenía que dejar el nido y cual familia decente despedimos a Jechu, pues partía con su amada en busca de su nido.

Al cabo de un tiempo “Progresamos” y nos fuimos a una casa decente, aunque nuestro comportamiento no tuvo la misma línea ascendente. Resultado: la fémina abandonó también la nueva morada, pues los tres mosqueteros de la vida bohemia no le permitiamos llevar una vida acorde con la sociedad. Aquella casa distó mucho a la de una familia decente, las fiestas y el descontrol podrían volver loco a cualquiera. Y es que los sentimientos en ella eran increíblemente contradictorios; unos días jolgorio intenso y unas noches después soledad y tristeza extrema.

Un buen día me fui de aquella casa, renegando; culpándola a ella y a sus integrantes de mi pesar, las tardes y noches al lado de la chimenea no compensaban la ira de ese momento. En es instante jure que sólo compartiría en un futuro mi covacha con mi guitarra y con alguna mujer con quien bosquejar una vida. Hoy casi 2 años después, luego romper aquella promesa, sanar heridas y pasar por el banquillo de los acusados, eximo a la casa y emito pública disculpa a todos los que me aguantaron.

Se que el tiempo pasa y que nadie es eterno en nuestra frágil membrana gris, pero mientras redactaba este relato, las guitarreadas con Jechu, los pures con bistec de la gordix, las transmisiones de la “U” con Rafa, Auro y Garrita (El Perro), las películas en VCD incompletas con PP, las interminables conversaciones con Chato Carsa y claro la bulla del reciente chinito (Ex Yatusa) me alegraron la noche. Porfis… no intentemos vivir juntos de nuevo.

Hoy dormiré cual tronco, bueno si la veciiiiiiiiiiiiiiiiiina baja el volumen

El Mayki

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