viernes, 10 de agosto de 2007

Hay cosas que puedes comprar en la vida, para todo lo demas Master...



Iniciaremos la sarta de narraciones mundanas con la aparición de un personaje bastante particular. Su mirada cansina, vestimenta desgarbada y voz relajada combinaba a la perfección con su filosofía de vida Hakuna Matata, para los no instruidos en la ideología de Timón y Pumba, significa “Sin preocupaciones”.

Bueno creo que muy pocos saben su nombre de pila y es que usualmente no lo llamábamos por la identificación que le dieron sus padres y con la que fue presentado a la sociedad, tan sólo era: Master.

Inicialmente su nick se debió a una abreviatura de la no menos famosa tarjeta de crédito, pero sus constantes apariciones y acciones fueron desterrando esa primera asociación para convertirnos en sus fieles seguidores, como si fuese una versión viviente de Sarita Colonia.

Sí, Master (Se que nos sigues con el pensamiento), estamos pensando en colocar una foto tuya con velitas misioneras al costado de la puerta del CEO donde por 5 lucas, sí, escuchen bien, 5 lucas Master se convertía en joyero. ¿Quién podía estudiar en el 2005 por 5 lucas? Sólo Master. Luego de sus clases daba una vuelta a la plaza para conversar con las palomas de la pileta, cargarse de energía y a posteriori llegaba a la casa a la hora de almuerzo y no precisamente para gorrear comida, ya que el buen Master provisto de su bolsa de trigo atómico, yogurt y carne de soya era lo único que necesitaba para alimentarse.

Cómo no recordar cuando con tan sólo tocar el timbre, sus ondas cerebrales viajaban kilómetros e iluminaban a los delanteros de la selección, de la U y Cienciano asombrando hasta el mas incrédulo de los mortales. Es notable su aparición en el bar de Serapín, cuando toda la mancha incluyendo a “La Rebosio” observaba con desilusión la derrota de Cienciano ante Boca por la Recopa Sudamericana. Master llegó como nunca temprano y la afición de rato en rato trataba de encontrar en sus palabras alguna explicación del marcador en contra (Uno a Cero a falta de 20 minutos). Nada… ni una sóla frase de aliento, el partido estaba por culminar y como era de esperarse, toda la fama de amuleto bien ganada de Master se acababan como los cigarros Golden Beach (Si, léanlo Golden, éramos misios), repentinamente en un espacio no mayor al de 1 metro cruadrado, Master cruzo las piernas, cerro los ojos y dijo: “En dos minutos llega el gol”, nadie se inmutó, todos tenían puestos los ojos en la pantalla con un silencio desesperanzador.

Bueno no fue a los dos minutos, fue al minuto con 50 (Chato Carsa, su fiel discípulo, llevaba el tiempo) cuando se produjo el grito de gol y quizás 10 segundos los que una torre de 20 personas casi asfixia a nuestro chamán.

El fútbol no era de uno de sus deportes ni temas predilectos, sin embargo por los amigos se puso más de una vez la camiseta. Sus consejos sobre el amor ayudo a más de uno a desterrar alguna fémina que vivía enquistada en nuestros recuerdos y como no podía ser de otra manera bajo su dádiva uno podía alejarse elegantemente de un añejo amor y de paso dejarle un recuerdito, producto de las palabras del “Idolo”.

Y es que Master es y será un personaje, lo ví hace poco en la ciudad, vino de visita a saludar a los Apus y encontrarse con su Master interno. Seguía igual, sólo que ahora estudiando periodismo por Internet, díganme sino es Master, sólo el logra esas hazañas. Conversamos unos segundos recordando su despedida en Las Vegas y sus ganas de regresar con su Comodoy envuelto en un saco de arroz. Y obviamente rememorando “Sus Milagros”, no teníamos mucho tiempo pues yo debía ir a Lima por unas reparadoras vacaciones de un mes y el bus partía en sólo unas horas.

Me daba gusto verlo y entre chistes le decía que lamentaba que el tiempo fuese tan corto para no beneficiarme con una de sus “Milagros”, el esbozaba una sonrisa de Sensei, quince segundo después mi celular sonó. Al otro lado de la línea un doctor me ofrecía un trabajo y ese mismo día luego de una fugaz entrevista, obtenía un buen contrato de asesoría. Master otra vez…

Aún lo veo por Internet, de vez en cuando me vacilo con su filosofía Hakuna y claro está no podía empezar un blog tan comprometedor como este, sin sus buenaventuras.

Salve Master

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